La autoridad del Rey: Scott Hahn reflexiona sobre el 4º Domingo de Tiempo Ordinario

The Temptation of ChristLecturas:
Deuteronomio 18,15–20
Salmo 95, 1.2.6–9
1 Corintios 7,32–35
Marcos 1, 21–28


La semana pasada, Jesús anunció que el Reino de Dios está cerca. Este domingo, con hazañas y palabras poderosas, ejerce su dominio: reafirma su autoridad real sobre el amo de este mundo, Satán (cf. Jn 12,31).

Es notorio que los acontecimientos descritos este domingo tienen lugar en un día sábado. El sábado había de ser un signo perenne, tanto de la alianza amorosa de Dios con su creación (cf. Ex 20,8–11), como de la liberación de la esclavitud que Él consiguió al pueblo de la alianza, Israel (cf. Dt 6,12–15).

En este sábado, Jesús señala una nueva creación: el Santo ha venido para purificar a su pueblo y liberar al mundo del mal. La expresión “con un espíritu impuro”, en el lenguaje bíblico se refiere a un hombre poseído por un demonio, siendo Satán el príncipe de los demonios (cf. Mc 3,22).

La pregunta de los demonios, “¿Qué tenemos nosotros que ver contigo?”, es usada con frecuencia en escenas de combate y de juicio en el Antiguo Testamento (cf. Jc 11,12; 1R 17,18).

Y así como Dios, por su poder, “reprendió” a las fuerzas del caos al crear al mundo (cf. Sal 104,7; Jb 26, 10–12); y de nuevo reprendió al Mar Rojo para que los israelitas pudieran hacer su éxodo (cf. Sal 106,9), Jesús reprende a los demonios, según la expresión utilizada por Marcos para describir esa acción (cf. Mc 4,39; Zc 3,2).

Jesús es el profeta predicho por Moisés en la primera lectura de este domingo (cf. Hch 3,22). Aún y cuando tiene autoridad sobre cielos y tierra (cf. Dn 7,14.27; Ap 12,10), se hace uno de los nuestros.

Viene para reprender las fuerzas del mal y el caos, no sólo en el mundo, sino en nuestras vidas. Él quiere hacernos santos en cuerpo y espíritu, como San Pablo dice en la epístola de este domingo (cf. Ex 31,12).

En la liturgia dominical oímos su voz y “vemos” sus obras, según cantamos en el salmo. Y, como nos dice Moisés, debemos escucharlo.