Lecturas:
Isaías 66,10-14
Salmo 66,1-7.16.20
Gálatas 6,14-18
Lucas 10,1-12.17-20
Jesús tiene una visión en el Evangelio de esta semana: Satanás cayendo del cielo como un rayo, el enemigo vencido por la predicación misionera de la Iglesia.
Los 72 discípulos, enviados por Jesús para empezar a congregar las naciones a la cosecha del juicio divino (cfr. Is 27,12.13; Jl 4,13), son un signo de la misión continua de la Iglesia.
Al continuar el trabajo de los 72 discípulos, la Iglesia proclama la venida del Reino de Dios y ofrece sus bendiciones de paz y misericordia a cada hogar en la tierra, a “todos los pueblos y lugares” a donde Él piensa ir.
El tono que adopta hoy Nuestro Señor es solemne. Ya que en la predicación de la Iglesia “el Reino de Dios está al alcance”, ha llegado el momento de que cada persona tome una decisión; aquellos que no reciban a sus mensajeros serán condenados como Sodoma.
Pero quienes crean encontrarán paz y misericordia, protección y alimento en el seno de la Iglesia, la Madre Sión que celebramos en la bella primera lectura de esta semana; la “Israel de Dios” a la que Pablo bendice hoy en su epístola.
La Iglesia es una nueva familia de fe (cfr. Ga 6,10) en la que recibimos un nuevo nombre que permanecerá siempre (cfr. Is 66,22), un nombre escrito en el cielo.
En el salmo de esta semana cantamos las “temibles proezas de Dios hechas en favor de los hombres”, durante toda la historia de la salvación. Pero de todas ellas, ninguna ha sido mayor que la que ha implicado la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
La transformación del mar en tierra firme era una anticipación y preparación para nuestra pascua, para aquello que Pablo llama la “nueva creación”.
Y así como la generación del Éxodo estuvo protegida de las serpientes y escorpiones en el desierto (cfr. Dt 8,15), Cristo ha dado a su Iglesia poder sobre “todo la fuerza del enemigo”. Nada nos hará daño mientras recorramos nuestro camino por el desierto de este mundo, esperando al Señor de la cosecha, anhelando el día en que todo sobre la tierra gritará de alegría al Señor y cantará alabanzas para gloria de su Nombre.