Este es el día: Scott Hahn reflexiona sobre el 33º Domingo de Tiempo Ordinario

Destrucción del Templo de JerusalénLecturas:
Malaquías 3,19–20
Salmo 98,5–9
2 Tesalonicenses 3,7–12
Lucas 21,5–19


Esta es la época entre la primera y la segunda venida de nuestro Señor. Vivimos en el nuevo mundo que comenzó con su vida, muerte, resurrección y ascensión; con el envío de su Espíritu sobre la Iglesia. Pero esperamos el día en que Cristo vendrá de nuevo en su gloria.

“Mirad que llega el día”, nos advierte Malaquías en la primera lectura de hoy. Los profetas enseñaron a Israel a ver el Día del Señor, en que Él reuniría a las naciones para juzgarlas (cf. So 3,8; Is 3,9; 2 P 3,7).

Jesús anticipa ese día en el Evangelio de hoy. Nos previene para no ser confundidos por quienes claman: “el tiempo ha llegado”. Ese engaño es también el telón de fondo de la epístola de hoy (cf. 2 Ts 2,1–3).

Los signos que Jesús da a sus apóstoles parecen haber ocurrido ya en el Nuevo Testamento. En los Hechos, las epístolas y el Apocalipsis leemos sobre hambre y terremotos, sobre la desolación del Templo; sobre persecuciones a creyentes que son encarcelados y muertos, que testimonian así su fe con sabiduría en el Espíritu.

Estos “signos”, por tanto, nos muestran el patrón para la vida de la Iglesia, tanto en el Nuevo Testamento como ahora.

También nosotros vivimos en un mundo de naciones y reinos en guerra. Y deberíamos tomar a los apóstoles como “modelos”, según aconseja la epístola de hoy. Así como ellos, debemos perseverar frente a amigos y familiares incrédulos; ante fuerzas y autoridades hostiles a Dios.

Como en el salmo de este día, deberíamos cantar sus alabanzas, alegres de proclamar su venida como Rey y Señor. El Día del Señor es siempre un día que ya ha llegado y ha de venir. Es el “hoy” de nuestra Liturgia.

Los Apóstoles rezaron Maranatha, “¡Ven, Señor! (cf. 1 Co 16,22; Ap 22,20). En la Eucaristía, Jesús responde: viene otra vez como el Señor de las multitudes, como Sol de Justicia cuyos rayos traen la salud. Es un signo poderoso y una señal del Día que ha de venir.