Al Partir El Pan
Este domingo
La Voz del Pastor: Scott Hahn reflexiona sobre el 4º Domingo de Pascua
En el evangelio de hoy, Jesús dice que Él es el Buen Pastor que los profetas habían prometido a Israel.
Él es el Pastor-Príncipe, el Nuevo David, que libera a la gente de la esclavitud del pecado y la congrega a un solo rebaño, la Iglesia, mediante una nueva alianza hecha con su Sangre (Cfr. Ez 34,10-13, 23-31).
La Buena Nueva: Scott Hahn reflexiona sobre al Ascensión del Señor
En la primera lectura de hoy de los Hechos de los apóstoles, San Lucas nos da las maravillosas noticas que todavía hay más que contar de esta historia. No terminó todo con la tumba vacía, o con la aparición de Jesús a los apóstoles durante esos 40 días. La obra salvífica de Jesús tendría una consumación litúrgica. Es el sumo sacerdote que todavía tiene que ascender a la Jerusalén celestial, para celebrar la fiesta en el Santísimo de los cielos.
Vivos en el Espíritu: Scott Hahn reflexiona sobre el 6º Domingo de Pascua
Jesús no nos dejará solos. No nos hará hijos de Dios en el Bautismo, sólo para dejarnos “huérfanos”. Él nos lo garantiza en el Evangelio de hoy (cf. Rm 8,14–17).
Le pide al Padre que nos de su Espíritu para que more en nosotros y nos mantenga unidos en la vida que Él comparte con el Padre.
Construyendo Su casa: Scott Hahn reflexiona sobre el 5º Domingo de Pascua
Por su muerte, resurrección y ascensión, Jesús ha ido delante de nosotros para prepararnos un lugar en la casa de su Padre.
La casa del Padre ya no es un templo hecho por manos humanas, sino la casa espiritual de la Iglesia, construida sobre la piedra viva del Cuerpo de Cristo.
¿Qué debemos hacer? Scott Hahn reflexiona sobre el 4º Domingo de Pascua
La tumba vacía de la pascua es una llamada a la conversión.
Por esa tumba tenemos la certeza de que verdaderamente Dios ha hecho a Jesús Señor y Mesías, como Pedro predica en la primera lectura de hoy.
El es el “Señor”, el hijo divino que David había contemplado a la derecha del Padre (cf. Sal 110,1.3; 132,10.11; Hch 2,34). Y es el Mesías que Dios había prometido para pastorear el rebaño disperso de la casa de Israel (cf. Ez 34,11–14.23; 37,24).
Emaús y nosotros: Scott Hahn reflexiona sobre el 3º Domingo de Pascua
Deberíamos ponernos en los zapatos de los discípulos que nos describe el Evangelio de hoy. Van por el camino tristes y cabizbajos, incapaces de comprender todo lo que había ocurrido.
Ellos saben lo que habían visto: un profeta grande en obras y palabras. Saben lo que esperaban de él: que sería el redentor de Israel. Pero no saben cómo interpretar su muerte violenta a manos de sus gobernantes.
Su misericordia perdura: Scott Hahn reflexiona sobre el Domingo de la Divina Misericordia
Somos hijos de la resurrección de Jesús de entre los muertos. Su Padre, mediante este maravilloso signo de su gran misericordia, nos ha dado un nuevo nacimiento, como escuchamos en la epístola de hoy.
La primera lectura de este día esboza la “vida familiar” de nuestros primeros ancestros en la familia de Dios (cf. 1 P 4,17). Los vemos haciendo lo que todavía hacemos: dedicarse a la enseñanza de los apóstoles, reunirse diariamente para rezar y celebrar “la fracción del pan”.
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