Al Partir El Pan
Este domingo
La Voz del Pastor: Scott Hahn reflexiona sobre el 4º Domingo de Pascua
En el evangelio de hoy, Jesús dice que Él es el Buen Pastor que los profetas habían prometido a Israel.
Él es el Pastor-Príncipe, el Nuevo David, que libera a la gente de la esclavitud del pecado y la congrega a un solo rebaño, la Iglesia, mediante una nueva alianza hecha con su Sangre (Cfr. Ez 34,10-13, 23-31).
Siguiéndolo a El: Scott Hahn reflexiona sobre el 3º Domingo de Tiempo Ordinario
La llamada de los hermanos, en el Evangelio dominical, evoca la elección de Eliseo por el profeta Elías (cf. 1R 19,19–21).
Así como Elías encuentra a Eliseo trabajando en los cultivos familiares, Jesús ve a los hermanos trabajando en la ribera del mar. Y como Eliseo dejó a su madre y padre para seguir a Elías, también los hermanos dejan a su padre para ir en pos de Jesús.
Un Rey para ser contemplado: Scott Hahn reflexiona sobre la epifanía del Señor
Una “epifanía” es una manifestación. Las lecturas de este domingo, donde vemos estrellas que se alzan, luces es¬plendorosas y misterios revelados, nos presentan también el rostro del Niño que nació el día de Navidad.
En el Evangelio, Herodes pregunta a los jefes de los sumos sacerdotes y escribas dónde ha de nacer el Mesías. La respuesta que Mateo pone en sus labios dice mucho más, ya que combina dos promesas del Antiguo Testamento: una de ellas revela que el Mesías será descendiente de David (cfr. 2 S 5,2); la otra, predice la llegada de un “gobernador de Israel”, que “apacentará su rebaño” y cuya majestad alcanzará “hasta los confines de la tierra” (Mi 5, 1–3).
Nuestro verdadero hogar: Scott Hahn refleja sobre el fiesta de la Sagrada Familia
¿Porqué Jesús escoge ser el bebé de una madre y un padre, y pasar casi toda su vida –excepto sus últimos años- en una familia humana ordinaria? En parte, para revelar el plan de Dios, de que todos vivan como una “familia santa” en su Iglesia (cf. 2Co 6,16-18). En la Sagrada Familia de Jesús, María y José, Dios revela nuestro verdadero hogar. Tenemos que vivir como sus hijos, “elegidos, santos y queridos,” como dice la Segunda Lectura.
Los consejos familiares que escuchamos en las lecturas de esta semana –para madres, padres e hijos- son todos prácticos y formales. Los hogares felices son fruto de nuestra fidelidad al Señor, cantamos en el salmo de hoy.
El misterio mantenido en secreto: Scott Hahn refleja sobre el 4º domingo de Adviento
Lo que se le anuncia a María en el Evangelio de este domingo, es la revelación de todo lo que los profetas habían dicho. Es, como San Pablo declara en la epístola, el misterio mantenido en secreto desde antes de la creación del mundo (cf. Ef 1,9; 3,3–9).
María es la virgen de la que se profetizó daría a luz un hijo de la casa de David (cf. Is 7,13–14). Y casi cada palabra de las que le dice hoy el ángel evoca y hace eco de la larga historia de la salvación registrada en la Biblia. María es saludada como la hija de Jerusalén llamada a alegrarse de que su rey, el Señor Dios, ha venido a su interior como salvador poderoso (cf. So 3,14–17).
Uno que viene: Scott Hahn refleja sobre el 3º domingo de Adviento
La misteriosa figura de Juan el Bautista, que nos fue presentada en las lecturas de la semana pasada, se nos muestra hoy más claramente a la vista. Como vemos en el evangelio de este domingo, se comprende mejor quién es Juan si se sabe primero quién no es.
Él no es Elías que ha retornado del cielo (cf. 2R 2,11), aún y cuando viste su mismo atuendo (cf. Mc 1,6; 2R 1,8) y predica el arrepentimiento y el juicio (cf. 1R 18,21; 2Cr 21,12-15).
Enderezar la senda: Scott Hahn refleja sobre el 2º domingo de Adviento
Nuestro Dios viene. El tiempo del exilio –la prolongada separación de Dios que la humanidad tiene debido al pecado- está a punto de terminar. Esas son las buenas nuevas que proclama la liturgia de este domingo.
En la primera lectura, Isaías promete la futura liberación israelita de la cautividad y el regreso del exilio. Pero como enseña el Evangelio, la liberación histórica de Israel pretendía anunciar un acto salvífico de Dios aún mayor: la venida de Jesús para liberar de las ataduras del pecado a Israel y a todas las naciones, para congregarlas y llevarlas de vuelta a Dios.
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